Esta imagen la he sacado directamente de google maps y muestra donde está el Puente de las Herrerías con el punto rojo. Es nuestro aparcamiento y zona de inicio de la ruta. A unos 200 por la carretera en dirección a Vadillo-Castril se encuentra el camping con el mismo nombre te lo inidico con una estrella amarilla.
La ruta es circular por lo que terminaremos en el punto de inicio, nosotros la vamos a realizar en sentido de las agujas del reloj. Comenzamos la caminata cruzando el puente y tomando dirección al refugio de fuente acero a través de una senda bien marcada pero con algo de piedra suelta que se interna en un bosque mediterráneo, donde el pino resinero y el salgareño junto con una gran variedad de de especies caducifolias como el quejigo, los arces, los chopos que podemos ver en las zonas de ribera se mezclan haciendo las delicias del senderista.
Los primeros kilómetros del trayecto son de subida, si bien no es especialmente dificultosa ni pronunciada una vez iniciamos la marcha. La vegetación que podemos encontrar en este primer tramo del recorrido es variada y abundante definida por un estrato arboreo variado donde podemos distinguir varias especies de pinos, encinas, quejigos, chopos e incluso algún cipres al que hay que sumarle la presencia de un estrato arbustivo muy variado de gramíneas y leguminosas donde el lentisco, la cornicabra, los enebros, zarzas y romeros nos revelan toda una variedad cromática de ocres y dorados en otoño. Según nos vamos adentrando en el bosque encontramos un pequeño claro dominado por las ruinas del cortijo del bazar. Durante esta parte podemos disfrutar del continuo borboteo de agua del Arroyo de la Mesa, que serpentea junto al sendero.
Continuamos por la senda un par de kilómetros más para encontrarnos con el Pino abuelo (no estoy seguro si está junto al camino, me parece que tenemos que desviarnos unos metros pero no tiene pérdida) coincide con la primera bandera que hay señalada en el mapa. Se trata de un ejemplar centenario que sufrió el impacto de un rayo hace varios años y aunque se ha secado, continua ergido exhibiendo la majestuosidad de sus nudos y sus ramas secas, como si se tratara de una huella viviente que resiste el paso del tiempo.
Retomamos la marcha llenos de energía después de recuperar el resuello bajo este característico ejemplar. Nos queda el último tramo de subida en este trozo aparecen varias sendas que realmente todas llevan al mismo punto pero es mejor seguir el gr y los mojones. Vemos como la vegetación va cambiando y se torna de un bosque heterogeneo a una masa forestal complemtamente dominado por el pino salgareño y su característica corteza plateada. Junto con el cambio de vegetación se produce también un cambio en el terreno, el final de la subida.
Comenzamos a llanear por una meseta caliza con una altitud media de más de 1500m por una pista forestal bien marcada que atraviesa un bosque de pinos laricios en el que se intercalan numerosas praderas donde es fácil contemplar gamos, ciervos y muflones. Otro habitante de estas zonas escarpadas es la cabra montés, que acostumbran a asomarse desde los riscos cuando escuchan ruido, son extraordinariamente curiosos estos animales y desde luego el rey de la alta montaña. Aquí podemos coger un desvío de unos 400m para acercarnos a una de las casetas de vigilancia contra incendios que siguen en activo.
Seguimos por el camino que va serpenteando por amplias praderas y poco a poco la vegetación va desapareciendo hasta solo quedar algunas especies herbáceas y algunos ejemplares de pinos de pinos agrupados en pequeños bosquetes, que su reducido tamaño no os engañe, se trata de ejemplares centenarios, pero las duras condiciones que soportan impiden que puedan crecer mucho más de sus actuales dimensiones. Su principal limitante es la falta de suelo, faltan estratos en el suelo aunque tienen materia orgánica suficiente no pueden crecer más de lo que pueden soportar sus raíces. Los piornos, estos arbustos que se ven en primer plano en la fotografía, nos indican las duras condiciones de la zona.
Inicamos la vuelta por el mismo camino por el mismo camino, hasta llegar a un cruce donde tenemos que tomar la dirección derecha. Una vez que tomamos el desvío comenzamos a bajar en dirección a la cerrada del pintor que seguiremos hasta encontrar otro cruce donde tomaremos otra vez la dirección a la derecha hacia el Puente de las Herrerías.
Comienza el último tramo de la ruta. Último tramo sí, pero no por ello menos impresionante. El descenso desde el cruce se hace a través de una pista forestal bien definida. Nos vemos pronto rodeados de la misma vegetación que encontrábamos al inicio de la ruta. Bosques ricos y llenos de biodiversidad.
A medida que nos acercamos a nuestro punto final aparece el arroyo de los Habares, otro de los numerosos afluentes del Guadalquivir que podemos encontrar en estos parajes. Su sonido y su frescura nos acompañan buena parte del camino de vuelta hasta unirse al gran Río de Andalucía poco antes de terminar la ruta en el Puente de las Herrerías.