Empiezo este camino en Cazalla, bonito y recoleto lugar perteneciente a Los Cárcheles, y echo el pie a partir de lo que por esta zona se conoce como Castellón, unas ruinas de un antiguo Castillo en el que aún se ven por el suelo los cimientos y base de las murallas, asi como tambien del algibe de agua.
Y doy comienzo aqui a mi ruta porque esta tierra es tierra de cuentos, lugar de tesoros y a la memoria vienen aquellos narraciones que pasaban del mero relato a la leyenda. Es esta tierra, tierra de misterios, que no de bulos, un paraiso de enigmas, que no de embustes, un lugar mágico lleno de sorpresas sin descubrir.
Avanzo en mi ruta cuando debo adivinar si subo al Convento primero o a la vuelta, y antes de nada pienso que el Convento merece una primera visita y hacia él me encamino, con la vista al frente regocijándome en el pinar que aparece delante de mi vista cojo un vericueto camino y asciendo por un olivar hasta que me encuentro con un vergel de vegetación y arboleda y empiezo a sentir en mi piel sensaciones de estar en un lugar fascinante, te ensimismas en la historia e intento ver los movimientos que por aqui hubo durante siglos, un monasterio de «basilios» dedicado a Nuestra Señora de la Esperanza. Menudo sitio, menudo lugar, paraje fabuloso, mágico, fantástico, miras al horizonte y tienes todo un espectáculo visual, desenfundo aqui mi primer descanso y leo un mosaico que indica lo que estas tierras fueron y me cuentan también que un grupo de monjes de este monasterio, tuvieron que marchar a la ciudad de Sevilla a fundar un nuevo convento y que alli extramuros de la ciudad en el arrabal de San Gil, fundaron otro con parecidas caracteristicas al de Cazalla y con igual nombre dedicado a Nuestra Señora de la Esperanza (Macarena).
Tras un buen rato admirando el horizonte, pienso en el auténtico tesoro, pienso en la riqueza de historias, la riqueza de la vida de la gente y tras amilanar la sed, retorno por el camino y busco una vertiginosa pendiente en busca del importante Castillo de Arenas. Subiendo admiro el paisaje que tengo a diestra y siniestra y aunque en estos ultimos años esto habra cambiado, noto en ciertos lugares que el bosque mediterráneo sigue algo intacto y aunque ando por terruños envueltos en olivos, siguen existiendo encinas, quejigos y observo enebros en un numero abundante, y ademas aparecen en la misma orilla del camino, zarzas, majuelos y pasando cerca de algun que otro arroyuelo perdido me vienen al olfato olores de hinojos en abundancia que me hacen rememorar historias de mi infancia por la Fuente de la Peña, olores que solo en estos lugares los puedes tener.
Si antes hablaba de espectáculo visual ahora no es menos, subiendo desde cualquier punto del sendero y moviendo solo el cuello ves al fondo Carchelejo y mas adelante Cárchel y algo mas a la derecha Pegalajar y un poco mas a la derecha aparace Almadén, el Pico Jaén, el Pico Mágina y la Serrezuela y toda esa sierra maravillosa. Sigo subiendo y voy sintiendo ya el cansancio de esta vertiginosa pendiente, pero tambien siento la recompensa de vistas infinitas, de relieves impresionantes que me hacen gozar oteando desde esta altura estos paisajes indescriptibles y estas panóramicos inexpresables.
Y llegando ya al castillo por un senderillo empiezo a fantasear y pongo en mi imaginacion en esta tierra que fué de fronteras, con castillos de allá a la distancia y veo en mi fantasia refriegas de guerreros, me recreo con escarceos y pequeñas reyertas en este picacho entre árabes y cristinos, con sus idas, sus huidas y sus venidas y también me viene a mi invencion ascendiendo por este sendero aquellos arrieros con sus mulos y carros buscando guarecerse del mal tiempo.
Y por fin llego, ha merecido la pena tanta cuesta, ha merecido la pena el cansancio y estar aqui en este castillo derruido y ahora me siento vigilante, centinela de este tiempo viendo a un lado Campillo de Arenas y mas arriba Noalejo, y al otro lado Carchelejo, Cárchel y Pegalajar y todas las sierras que las circundan y muy al fondo donde el horizonte se pierde se entreven las estribaciones de Sierra Nevada.
Y ya que estoy aqui aprovecho el silencio, asi me lo recomienda mi amigo Jose, silencio que me ensimisma y que es interrumpido por las tripas que me reclaman echar mano al zurrón y sacar las viandas necesarias para una vez tomadas coger el camino de vuelta. Pero aqui hay mucho mas, y para averiguarlo, ¡¡pues eso!!, que hay que subir para sentirlo.
Buen Camino
Jacinto Fuentes Mesa
Abuelo y peregrino.