La piedra en Despeñaperros se levanta amenazante al cielo semejando proteger los tesoros de sus entrañas. Por abajo, las aguas discurren lentamente, labrando su huella.
Al norte de la provincia de Jaén, a modo de inexpugnable barrera, gigantescas rocas de cuarcita se elevan en Despeñaperros cortando el paso entre el alto Guadalquivir y la llanura manchega. El agua, briosa y siempre paciente, ha ido erosionando estas rocas creando inexplicables caminos donde nunca los hubo. Así, el río Despeñaperros y sus afluentes, como el Magaña, han ido abriendo pequeñas trazas que han sido utilizadas como vía de comunicación entre Castilla y Andalucía a través de Sierra Morena.
La muestra más espectacular de estos grandes farollones pétreos lo encontramos en el monumento natural de Los Órganos, rocas de gran dureza que semejan los grandes tubos verticales de un órgano. Otros ejemplos, junto al eje viario de la autovía, son El Salto del Fraile y Las Correderas. A pesar de que es uno de los parques naturales de menor superficie de Andalucía, concentra un extraordinario patrimonio geológico, natural e histórico. Sus desfiladeros han sido el escenario de diferentes episodios épicos como la batalla de Las Navas de Tolosa.
A causa de su estratégica ubicación, estas tierras fueron pobladas por numerosas culturas desde la Prehistoria, que han dejado interesantes signos de su paso. Una de ellas, la íbera, realizaba ofrendas en forma de estatuillas de bronce, conocidas como muñecos por los lugareños. Estas ofrendas religiosas se llevaban a cabo en lugares considerados sagrados como el Santuario del Collado de los Jardines, donde se encuentra la Cueva de los Muñecos. Además en alguno de ellos, pueden encontrarse anteriores y atípicas muestras de arte rupestre, que confirman la percepción mística que el hombre antiguo tuvo de estos lugares. Otros ejemplos de estas pinturas se encuentra en cuevas como la del Santo o las de Vacas de Retamoso.