Santiago-Pontones es sinónimo de lejanía, pero a la vez, de grandeza, que lo convierte en el municipio más grande y sorprendente del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas.
Las poblaciones de Santiago de la Espada y Pontones (se fusionaron en 1975) simbolizan la sierra profunda. El viajero que llega a este enclave recóndito acaba de rendirse a la belleza de sus valles, la espectacularidad de sus barrancos o la altanero de sus cumbres. Un territorio entre lo mágico y lo idílico.
La inmensidad paisajística, la arquitectura popular, si riqueza de fauna, flora y recursos naturales, son la base de la oferta turística local. De interés son parajes como el nacimiento del río Segura, centros de interpretación como el de la Torre del Vinagre y su Museo de Caza, embalses como el de Las Anchuricas o fenómenos naturales como el pino Galapán.
Respecto al patrimonio arquitectónico, destacar su Iglesia parroquial de Santiago Apóstol, construida en memoria de la Orden de Santiago. El templo se construyó sobre una antigua ermita en el siglo XVI con influencias del último gótico levantino, palpables en la armadura de par e hilera de tradición mudéjar sostenida por arcos diafragmas que cubre su única nave.
Del total de la superficie sólo el 3% es tierra labrada, dedicada a cultivos herbáceos, ya que su especial climatología, la más fría de la provincia, impide el cultivo del olivo. La accidentada orografía de Santiago-Pontones lo hace apto para los aprovechamientos forestales y ganaderos, y lo dota de innumerables espacios naturales de interés, tanto por el paisaje, como por la fauna y flora existentes. La actividad económica de Santiago-Pontones está basada, por lo tanto, en el turismo, la ganadería, la caza, la pesca, así como los trabajos silvícolas.