Nuestra ruta empieza en Cazorla, un pueblecito de montaña absolutamente pintoresco en el que no podrás parar de hacer ‘click’. Dispararás hacia el Castillo de la Yedra, hacia las casitas blancas sobre las que se elevan las imponentes montañas, a los balcones dispuestos como en palcos hacia la plaza. Y allí, no podrás evitar sentirte diminuto ante las sobrecogedoras ruinas de una iglesia que nunca se llegó a construir, la de Santa María.
Reserva el tour para ver la colosal obra, muy adelantada a su tiempo, que permitió soterrar el río Cerezuelo. Este pasaba justamente por donde el prohombre Francisco de los Cobos decidió que quería levantar un templo, pero eso, no lo paró: al contrario, lo azuzó para llevar a cabo técnicas nunca probadas hasta la fecha. No obstante, la naturaleza tenía otros planes, y en 1694 inundó toda la zona, dejando innumerables muertos en el pueblo y acabando con gran parte de las obras de la iglesia, lo que contribuyó a que nunca fuese acabada. La torre, sin embargo, se mantuvo intacta, y su visita está incluida en el precio de la entrada. ¡Posee unas vistas espectaculares!
Otro paseo que merece la pena es el recorrido circular que lleva al nacimiento del río Cerezuelo, que nace donde acaba la visita a las bóvedas y vuelve de nuevo a la plaza de Santa María. De dificultad baja y belleza máxima, cada tramo de la ruta está muy cuidado, con puentecitos de madera, barandillas y miradores que te van guiando a través de la explosión verde de la zona, y que acaba frente por frente del Castillo de la Yedra, con una panorámica inigualable sobre el municipio. Además, al acabar, bajarás por las intrincadas callecitas del pueblo, que son una delicia para los sentidos.
El resto del día lo podemos dedicar a perdernos -hay varios carteles turísticos que guiarán nuestros pasos-, y seguro que nos toparemos con la señorial Plaza de la Corredera, con varias panaderías de las de pan «de verdad», con callecitas súper coquetas y llenas de flores y con varias tiendas de aceites, quesos y patés ibéricos de la comarca donde merece la pena repostar para el resto del viaje.
A nosotros nos gusta especialmente la que está enfrente del inolvidable Balcón del Pintor Zabaleta y su monumento al blues (aquí lleva casi un cuarto de siglo celebrándose el BluesCazorla, uno de los festivales de este género más importantes del país). Tiene mucho donde elegir -¡esas tortas de manteca son un pecado!- y su dueño es sim-pa-ti-quí-si-mo. No obstante, es difícil sobresalir por esa cualidad por aquí: pronto te darás cuenta de que es una característica inherente al espíritu jienés, lo que te encandilará casi más que los preciosos paisajes.
¿Y para comer? En prácticamente cualquier sitio tienes asegurado buen llantar, sobre todo si eres carnívoro, pues la zona es rica en caza. Prueba, por ejemplo, el Mesón Don Chema, de aire tradicional y decoración abigarrada, con platos caseros y tradicionales de los que dan calorcito y ganas de una siesta.
PARQUE NATURAL SIERRA DE CAZORLA
Es hora de partir hacia la montaña, y de disfrutar del camino. Porque, aunque el objetivo sea llegar al mayor espacio natural del país, el Parque Natural de la Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas, el encanto de la zona se extiende desde que nos montamos en la camper. Allí, desde esa posición privilegiada y comodísima, disfrutaremos de encantadores pueblecitos que se suceden uno tras otro, con infinidad de lugares para comer y descansar.
El primero que pasaremos será La Iruela, con el majestuoso perfil de su castillo en la lontananza; después, atravesaremos su pedanía, Burunchel, una aldea blanca colgada en la ladera; pronto encontraremos el Mirador de las Palomas, donde parar a contemplar las vistas. Más tarde, los campos de olivos infinitos, que parecen peinar la montaña, darán paso a un paisaje más boscoso, y nos encontraremos en Arroyo Frío, otra pedanía de La Iruela con muchísimas opciones de alojamiento y hostelería. Podemos parar en el supermercado Martín, una «Tienda Verde» con productos de la zona donde avituallarnos con más deliciosos manjares para un picnic en la sierra: jamones, embutidos, miel, chocolate…
Seguimos por la A-319, que cada vez se vuelve más verde y atractiva, -y en la que, seguramente, ya nos habremos cruzado con ciervos, cabras, ovejas y, si viajamos al anochecer, incluso jabalíes- hasta llegar a nuestro destino: el Centro de Visitantes de la Torre del Vinagre. Allí podemos recabar información sobre las rutas senderistas más interesantes, de las cuales una de nuestras preferidas -y también la más visitada, así que conviene hacerla bien temprano- es la del Río Borosa.
La misma nos guiará junto al cauce del río a través de pistas, pasarelas sujetas a la roca y puentes, y nos mostrará la extraordinaria riqueza geológica de la zona, pues en sus montañas se pueden apreciar perfectamente los gigantes pliegues generados por los movimientos sísmicos durante la prehistoria. Siete kilómetros más tarde llegaremos a la Central Eléctrica, donde se encuentra el salto de agua más espectacular del camino, y entonces, tenemos la posibilidad de volver, si es que ya estamos cansados, o continuar a través de túneles y subidas para apreciar las bellas lagunas, rodeadas de bosques de pino laricio y habitadas por garzas, patos reales, mirlos acuáticos…
La ruta completa (ida y vuelta) posee 22 kilómetros, así que es normal que, una vez terminada, queramos reponer fuerzas. Lo haremos en el restaurante del Hotel Mirasierra, en Coto de los Ríos, a 23 minutos en furgoneta. Allí, en un ambiente de refugio de montaña, comeremos especialidades de la Sierra, como el suculento rin-ran (una especie de puré de pimientos con bacalao) o la gachamiga (migas acompañadas de pimientos secos y fritos, chorizo, morcilla y melón u otra fruta de temporada), además de exquisitas preparaciones de carnes de caza y pescado de río, como la trucha.
¿Y para dormir? Simplemente, mira a tu alrededor: el decorado que posee tu particular hotel es puro deleite. Elige el lugar que más te guste, échate unas buenas mantas (la temperatura baja muchísimo por las noches) y pernocta al abrigo de tu Indie Camper… y las estrellas. ¡O elige uno de los muchísimos cámpings que jalonan el camino!
Fuente: Traveler.es