El equinoccio es el momento del año en el que el sol se sitúa en el plano del ecuador terrestre. Esto ocurre en los meses de marzo y de septiembre, son los equinoccios de primavera y de otoño cuando en unos días concretos, en torno al 20-22 de marzo y 21-23 de septiembre, los dos polos terrestres se encuentran a la misma distancia del sol, proyectándose la luz por igual en ambos hemisferios.
Durante estos días el equinoccio adquiere una especial relevancia en el santuario ibero de los Altos del Sotillo, donde la luz del sol se introduce por una abertura realizada ex profeso en el extremo occidental de la cueva llegando a iluminar el área mas interna de la caverna. Este fenómeno se puede apreciar en el ocaso del día y resulta de una gran espectacularidad, no sólo por la luz tan peculiar que se refleja en la estructura pétrea del sacro lugar – más anaranjada de lo normal debido a las partículas de polvo en suspensión que presenta la atmósfera en ese momento – sino también por la «caprichosa» forma que adquiere la luz en su recorrido hasta el punto final donde culmina el fondo de la cueva, ya que recuerda alguna representación muy común en los exvotos de bronce.
Con este reciente descubrimiento, este santuario adquiere otro valor añadido, con cabida para la arqueoastronomía, que vuelve a poner en valor la singularidad de este recinto, toda vez que éste puede aportar nuevos datos sobre el calendario ibero así como los distintos rituales que se pudieran llevar a cabo durante el mismo.